Tuesday, May 27, 2008

líneas, líneas

Este traje tan apretado, una camisa de piel de búfalo mojada, poco a poco estrechándose, ciñéndose a mi, quitando la respiración. Dolor intenso, vivir todos los días con dolor, dolor físico, huesos, nervios y sangre doliendo. Dolor que no se va en la noches, dolor que te golpea en oleadas, punzadas. Minutos, momentos, instantes.
¿Hago mal en recrearlo en estas líneas? ¿Se vuelve un ejercicio de autocompasión? Un dolor casi secreto, oculto a los ojos de los demás, ese peso sobre mi espalda, sobre mi pecho. Mis entrañas furiosas que por dentro se retuercen torturando.
Y sin embargo camino y estoy aprendiendo a correr. Me siento tan sola entre estos gigantes de egos, belleza, riqueza, hombres y mujeres que nunca se inquietan y que seguros caminan estas tierra, dientes blancos, caderas afiladas, frases ingeniosas. Me siento tan fuera de lugar, tan pequeña y desorientada. Y sin embargo la de la mirada de fuego se sobrepone, la de la espada, la valkiria que se niega a dejar a su ejército retroceder. Y veo a esto seres buscando mi compañía, mi ayuda, mi trabajo. Me enorgullece y disfruto ver mi obra creciendo. El miedo trato de dejarlo agazapado donde está la niña, donde se quedan mis deseos y el centro de mi pasión, custodiados por la que es oscura y terrible, silenciosa, fría.
Y sonrio, sonrio mucho en verdad, me muevo y camino y mis pies se colocan uno delante del otro y anhelo y dirijo y canto y bailo.
Algo que no es la felicidad, pero que me acerca a esa efímera droga que es el éxito profesional. Me nutro de ella y pienso y sueño, un poco, no mucho, para no perderme en ese camino, tan querido mío, pero traicionero y hóstil con este lado de la realidad.
Y pienso y trato de olvidar. Un día conocí a un hombre, su cabello era ya canoso y tenía las manos más hermosas que conozco. Su voz era rasposa y sus ojos tenían el verde, el azul de un mar que conocí y que no logro situar. Y yo lo amaba y lo escuchaba sentada a sus pies, temerosa y coqueta. Era un poco más alto que yo, muy culto, muy inteligente, muy de todo, un héroe, un soldado, todas las cosas con las que sueñas para un padre, para un amante, un maestro, un hombre. Y se fue. Lo extraño
como sigo estando viva, lo extraño todos los días y me descubro hablándole e imaginando sus respuestas.
no quiero hablar de él más.

Y esa avecilla que entró revoloteando, me fascinó con su canto, ahora se fue. Después de un par de líneas apresuradas el invierno llegó y sus notas se marchitaron y se mostró cruel, me desconcertó hasta que descubrí a la otra en su mirada, entendí la frialdad y casi extendí la mano para tocar su cabeza, acariciar sus mejillas y consolarlo, me detuve a tiempo conciente de mi propio orgullo y mi promesa y me fui. No tocarás a los hermanos.
¿Y yo?

¿Dónde estoy yo? Sigo aquí en esta piel que se estrecha más y más cada día que pasa, pero soy y todavía tengo unas horas más, unos días más y pienso hacer mucho en este tiempo robado. No será la compasión el último rostro que vea.

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