Monday, May 25, 2009

Un sobreviviente

¿Qué son los restos? ¿Qué queda después de un orgasmo?
Un historia fracturada, esa pequeña muerte ridícula tras la que te ocultas.
Falsas excusas de intelectual para justificar el miedo a la vida. Ironía que sea yo, la que está cada vez más lejos de ella, la que más puede hundirse en su placer.
Meses, días, horas, el paso inexorable del tiempo, tic tac tic tac, un filo colgado sobre mi cabeza, cada vez más cerca, acortándose los momentos. Sintiendo que la vida se me escapa. Como arena entre los dedos. Permítanme este simil barato y recurrente, para alguien que cada vez pierde más la palabra, escrita o hablada, que confunde el lenguaje, que empieza a desconocer códigos y que se queda impávida ante imágenes familiares al encontrarlas sin sentido. Mi gatito murió hoy. No era mío. Pero lo era. Un día, cuando estaba con aquél por el que traicioné, nos encontramos a una pequeña bestezuela, diminuta, cubierta de hormigas y una costra amarilla en la cara que confundimos con resistol 5000. Al ver que todavía respiraba, lo levanté y lo llevé al veterinario, donde me dijeron que tenía una terrible infección en los ojos y que era probable que no sobreviviera. Durante dos semanas lo cargué conmigo, junto a mi pecho, en la escuela, en el trabajo, dejándolo mecerse adormilado enrollado en sí mismo en la casa, en los breves momentos en que parecía despierto. Dándole gota a gota comida y agua. Viéndolo arrastrarse tratando de llegar a su arena para pudoroso soltar sus deshechos como gato orgulloso sin conseguirlo y quedándose a medio camino con la humillación de sus patitas y pelaje batidos en mierda. Hastq ue tres semanas después me despertó sobre mi pecho maullándo enérgicamente pidiendo comida. En el automático de lo imperioso del llamado me levanté sin notar al animalito que corría por delante de mí y que maullaba exigiendo lo que a partir de ese momento sería su derecho como gatito tirano. Y vivió. De esa criatura fea, pelada, con las orejas eternamente agujearedas por esa mañana de hormigas, creció un gato salvaje, enorme, de pelaje hirsuto y ojos de lince, malvado y dictador. Pero siempre con un ronroneo para aquella mano que lo sostuvo junto a su pecho. Por esas cosas de la vida de vivir en la eterna mudanza, este gatito terminó por llegar a casa de la madre de Eleanor, donde tuvo una vida plácida, amorosa y en donde día a día ejerció ru reinado de amo cruel com sus patas fimres y sedosas. Fue amado, honrado, cuidado, quedando casi negado esa mañana en la que la muerte lo esquivó por unos minutos. Pero ese toque frío tan cercano lo dejó secretamnete marcado y esta mañana, tras varias semanas enfermo, volteo sus ojos dorados por última vez a su dueña pidiéndole que no lo dejará sufrir más. Y así se quedó dormido, entre la gente que lo amaba y admiraba, gatito malo, gato tirano, ganador de mil peleas callejeras y dueño de los corazones de todas las gatas del vecindario. Fito junto al que no estaba, por no querer estorbar en el dolor de aquellos que lo adoptaron, pero recordando sus primeros pasos, su cola alta y orgullosa, su saludo digno y condescendiente cuando lo fui a visitar. Gatito que acompañaste a Gabriel en sus últimos años. Gatito que no viste al nuevo bebé. Gatito en el que se reflejaba el dolor y rebeldía de nuestro young angry man. Gatito que acompañaste a la esposa, la madre, la viuda. Gatito mío, historia feliz que me salva, por haber sido conducto de la pureza y haber tomado su cuerpo diminuto bajo mi cuidado. Duerme pequeño, saluda a Mariachi y a Negrita cuando los veas, saluda a Herriot y Timi, a quienes no conociste, pero que fueron tus hermanos, saluda a todos los huérfanos que no tuvieron tanta suerte como tú y cuyas vidas quedaron entre mis brazos torpes que llegaron a ellos demasiado tarde. Y en las noches de luna llena piensa en mí, cuidame y regláme un poco de tu espíritu indomable y cruel, para poder ser una sobreviviente como tú.

1 comment:

Diana said...

Siento lo del gatito, pero tus textos son tan fuertes que eso casi pasa desapercibido, hay cosas que duelen y pulsan entre línea y línea. Ouch.