He escrito bien poco este año. Supongo que eso denota algo. Cada publicación me cuesta más trabajo para lograr encontrar un par de frases con las que identificarme y desahogarme.
Pero ya. Me reconozco como la alcohólica, junkie, ninfómana que en la cabeza de todos los pervertidos de mierda que me rodean soy. Para que negarlo. Cuando eres mierda, cuando te ves en el espejo y te dan naúseas. Cuando dormida tu cuerpo conspira para librarse de ti. Este año me he levantado a caminar dormida. Mi subconciente de manera violenta se libra de las leyes del sueño rem normal y se levanta y busca formas de matarme. Hasta ahora, tres visitas al hospital con las venas abiertas, una de ellas transfusión incluída, otra con una cadera dislocada, otra con coxis desviado (todavía no puedo sentarme). Aparte de esas están las que sólo han involucrado serias intoxicaciones con las que prefiero lidiar en la casa (no va a ser un doctor de er el que me va a meter un tubo para hacerme vomitar). Cada vez que he despertado de estos estados, para encontrarme tirada al pie de la escalera, en la cocina con un rastro de sangre detrás, en mi cuarto completamente drogada con cajas y cajas de fármacos a mi lado, todas esas veces han sido para verme por un instante y amar la tanto la vida, por una fracción de segundo, vida de la que mi cuerpo con tumores, desviaciones, malhechuras se niega a dejar. Esta es la belleza de la vida. Mi cuerpo, trata de librarse de mi de manera subconciente, pero al mismo tiempo sobrevive. A cánceres, anorexias, drogadicciones, alcoholismos, depresiones, anemias, úlceras, cuchillas, lavados de estómago. A todo. Incluso en lo perdido, se ha levantado y reclama su voluptuosidad propia de cuerpo que ama la vida. No había pensando en matarme en mucho tiempo, asumía estos caminares nocturnos como una degeneración más de el ser retorcido que soy. El largo viaje de hospital en hospital, diagnóstico distinto en cada uno: tumor cerebral, esquizofrenia, epilepsia, ausencia del padre, de la madre, disturbio del sueño, exceso de stress, falta de stress, desorden bipolar agudo, narcolepsia... Y todo se resume a algo muy simple. No quiero estar viva. Hoy, un día frío de Diciembre, después de mucho tiempo sin pensamientos suicidas (adoro mi dominio del término) me encuentro cansada, hastiada, fastidiada. De los poderosos que joden a los pequeños, de los pendejos que se dejan. De los hombres que seducen y se dejan seducir para luego mutilar. De los amigos que están cómo fotos pegados en la pared. De los que abruman con su presencia ominosa. De los que no puedo ver a la cara, porque les vendí que soy una guerrera. De los hombres que amé y las cicatrices y daños que eso les haya dejado. De los que no amé y que sin saberlo los eximí de una pena sucia pútrida de la que más tarde se avergonzarían.
Digo adiós, me libro de mí misma, sin el consuelo de esa frase: Nunca hubo nadie más feliz que nosotros dos, pero finalmente me libro. Los dejo, hace mucho tiempo que a quienes quiero les asusta más mi presencia que mi lejanía. Hago esto por incapaz, por cansancio, por hartazgo, por aburrimiento. Me gustaría exhalar algunos suspiros desgarradores alentadores, pero me doy cuenta de la inutilidad de ello. Es sólo un paso. Habiendo estado en su antesala, sé que la muerte duele mucho,muchísimo, pero sólo por un ratito. Luego ya no existes. Yo no quiero reencarnar en cucaracha ni llegar al cielo a que John Malcovich me chachondée por mi nespresso, sólo quiero dejar de ser. Y eso es la muerte. El hombre frente al que escribo estas palabras duerme atrás de mí, tan afuera y tan clínicamente desapegado como una de esas enfermeras profesionales. ¿Me amó? ¿Lo amé? No importa... Aquel que no se enterará de estos días hasta dentro de un par de años, cuando la casualidad lo traiga de regreso y se pregunte porque dejé de responder, de estar, vivirá ese minuto de duda, de sorpresa, de resentimiento... Mis amigos a los que les estreché la mano por última vez, ellos sin saberlo, yo tal vez intuyéndolo. Y no es cierto que en tus últimos segundos toda tu vida pasa frente de tí. Está pasando frente de mí toda ahora. como fotos, como una película en 8 mm, como unos gritos en un pasillo, como unos golpes sobre un féretro, como una entrevista que sólo yo entiendo porque la recuerdo palabra a palabra, como un amanecer viendo ángeles brincando azoteas, cómo colinas lejanas cubiertas de nieve, como el sonido del mar, como la punta de tus dedos cuando te bajabas del tren y nuestras manos se negaban a decirse adiós después de haberse acostumbrado a estar entrelazadas. Como esa noche que te pregunté si me querías y no pudiste responder nada. Guardé el mensaje que mandaste después. Junto al que dices que parezco tu ángel de la guarda. ¿Recuerdas la pareja mayor que vimos entrar mientras comíamos? ¿Cómo dijiste que seguramente así nos veríamos tú y yo de viejitos? Quiero irme pensando que por esos 15 segundos realmente lo sentías así. De una manera ridícula y absurda es cierto que el que fueras mi amiga me hizo sentirme especial, te veo, mujer líder que dejó atrás el tormento de la juventud y entra al mundo adulto como una jefa en su especialidad, con un novio enamorado, con un pelo largo. A mis niñas. Mis cómplices que me odian al mismo tiempo que me quieren. Que son unas perras malvadas que siempre han visto mis defectos y que a pesar de ellos se quedan hasta las seis de la mañana ensoñando conmigo. Mi querido esposo, que espero asuma ahora el cuidado de mi hermana, ya no sé si mayor o menor, pero que la cuide, las palabras sobran para decir amor cando pienso en ustedes. Mi amigo malo, mi némesis. Me tenía que ir, duele mucho, mucho mucho. Y no encuentro lo que lo calme. Y ya no puedo aguantar el dolor. Tú lo sabes. Ya estoy cansada. Y el hombre que duerme detrás mío, sin saber lo que escribo, probablemente se enterará un par de semanas muy tarde. Cómo han sido todos los hombres en mi vida, han comprendido todo un poco demasiado tarde.
estoy a punto de rezar algo, siento las ganas de rezar algo, sólo unos versos, de la misma forma que d emanera automática otrosversos saltan a mi mente.
debria haber dejado algo escrito con mi puño y letra. tal vez antes de que termine escribire algo en papel. Algo para papá y mamá. Y adiós adiós, que mas se dice. Sólo adiós y sepan que el dolor era mío y la venganza siempre fue sobre mí.
Buenas noches.
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